La llegada de un hermanit@ debe producirse
en un ambiente de normalidad, es importante que este momento no coincida con otros cambios (cambio de habitación, inicio de guardería, destete, retirada del pañal, etc); aunque no
es extraño que una vez que él nuevo bebé este en casa el hermanit@ se sienta
algo nervioso, le cueste dormir, necesite más ayuda para comer, reclame más de
los padres, quiera usar pañal de nuevo, se vuelva menos independiente y más
inseguro, y no desee soltarse de papá y mamá ni un segundo, e incluso como me
paso a mi quiera nuevamente retomar la lactancia. En estos casos no debemos
hablar de “celos” sino de un hijo que esta extrañando un espacio, un tiempo y
una relación familiar que obviamente no es la misma, porque cada etapa es un
cambio, y dependiendo de como lo manejemos los adultos, el o la niñ@ lo entenderá
de la manera más amorosa posible. Cuando desde el inicio de la gestación, los involucramos, los hacemos participe en lo que preparamos, compramos,organizamos, e incluso les contamos anécdotas de lo que hicimos cuando era él/ella quien estaba en nuestro vientre, ellos no se sienten desvinculados y están tan ansiosos y emocionados porque llegue ese día donde al fin conocerán y abrazaran a su herman@.
Es importante recalcar que cada hijo es único e irrepetible, evitemos las comparaciones; lo que deseas es una buena relación de herman@s llena de amor,
respeto y solidaridad; no que a futuro sean rivales, donde promovamos el
cuidado mutuo entre hermanos y no de darle la responsabilidad a él mas grande, es nuestra responsabilidad guiarlos, cuidarlos, educarlos, amarlos y hacer de ellos una hermosa relación de hermandad.
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